jueves, 4 de agosto de 2011

Seis bodas y cinco funerales


Cómo ser reina y morir en el intento

Lugar: Inglaterra
Época: Siglo XVI

Enrique VIII, rey de Inglaterra, se casó con Catalina de Aragón, Ana Bolena, Juana Seymour, Ana de Cleves, Catalina Howard y Catalina Parr en ese orden y antes de que inicien la lectura debo advertirles que pese a la cantidad evidente de bodas, esta no es una historia de amor, más bien es el relato de la vida de un rey que hizo lo imposible por hacer desdichadas las vidas de seis mujeres y juzguen por ustedes mismos, pero ¡creo sinceramente que lo logró!

Como todo príncipe en esos tiempos, Enrique VIII, rey de Inglaterra, se casó en primeras nupcias con una de las princesas de uno de los reinos vecinos, Catalina de Aragón, la hija menor de los Reyes Católicos. ¿Amor? No, en absoluto. Todos los casamientos entre príncipes eran alianzas entre potencias. Si se tenía suerte podía uno recibir un retrato del o de la pretendiente, una suerte de foto de perfil de hoy en día, pero en la mayoría de los casos los príncipes y las princesas viajaban cientos de kilómetros sin saber qué les esperaba del otro lado.
Sea como fuere, el matrimonio entre estos dos jóvenes fue arreglado, como lo eran todos.

Enrique y Catalina estuvieron casados por más de veinte años. Tuvieron varios hijos pero todos murieron, menos María, su única hija. Esta única hija mujer, fue la perdición de Catalina. ¿Por qué? Porque el motivo principal del matrimonio entre príncipes no era el amor, ni la vida conyugal ni la felicidad siquiera, el motivo y el objetivo era procrear, preferentemente hijos varones, y si eran varios mucho mejor. La mortalidad infantil era muy alta y una cantidad considerable de hijos varones aseguraba la continuidad y sin un heredero varón la dinastía Tudor (la de Enrique) se despediría de la corona. Pero lamentablemente la reina (lamentablemente para Catalina claro está) no pudo procrear lo que se esperaba de ella y por tanto Enrique, cuyo único objetivo en la vida parecía ser la procreación de un niño, la culpó y quiso anular su casamiento. ¿Cómo? Volvamos en el tiempo apenas unos años. Catalina había sido primero esposa de Arturo, el hermano mayor de Enrique que había muerto joven. Catalina había jurado que ese matrimonio no se había consumado (que los novios no se habían “conocido”) y el Papa la había dispensado para que pudiera casarse con Enrique, que era ahora el heredero al trono. Valiéndose del pasado de la joven, Enrique que estaba encaprichado casi hasta la locura con una de las damas de honor de Catalina  inició un proceso para separarse de Catalina que duró años. Enrique aseguraba que Catalina sí había “conocido” a su anterior marido (que había habido relación carnal) y que por tanto ella y él vivían en pecado. ¡Tarde se dio cuenta del pecado, pues ya habían pasado veinte años de matrimonio! Estaba claro que el nuevo amor del rey era el verdadero culpable. Si bien claramente la excusa era endeble Enrique se separaría de Catalina aunque tuviera que poner el reino patas para arriba, él era el rey y podía hacer y deshacer a su antojo y así lo hizo.
El Papa, que era el único que podía decidir sobre este tema, le negó una y otra vez la anulación del matrimonio y entonces Enrique negó la supremacía del pontífice, se separó de la Iglesia Católica y se nombró jefe y cabeza de la Iglesia de Inglaterra. De esta manera pudo declarar nulo su matrimonio y salirse con la suya.
Todo esto hizo Enrique VIII para casarse con Ana Bolena, que sabiendo que el rey estaba encaprichado con ella le negó su virginidad hasta no ser su legítima esposa. Gracias a su desmedida ambición Ana lo logró, se casó, ella fue coronada reina y sus hijos declarados legítimos. Catalina fue humillada y desterrada y murió sola a los 50 años aún declarándose la legítima reina de Inglaterra. Perdió la corona, pero por suerte no su cabeza, ya veremos por qué.
Irónicamente Ana Bolena tampoco pudo darle un varón a Enrique pues tuvieron una sola hija llamada Isabel y por tanto el rey la mandó a decapitar acusándola falsamente de adulterio y fue ejecutada junto a una lista de supuestos amantes. La historia diría que eran todos inocentes. ¡Qué desdicha para estos hombres el haberse cruzado en el camino de Ana Bolena!
Mientras Ana era decapitada se dice que Enrique almorzaba con su nueva favorita, a su vez dama de honor de Ana, la joven y atractiva Juana Seymour. Juana fue su tercera esposa y la que Enrique declaró que había sido su verdadera reina, aunque tal vez esto fuera porque Juana pudo darle lo que él tanto había esperado, un heredero varón, el futuro Eduardo VI. Lamentablemente la reina murió a los pocos días de dar a luz dejando por segunda vez viudo a Enrique.
El rey tardó en decidirse, pero finalmente, sus consejeros lograron que aceptara contraer matrimonio por cuarta vez, con una mujer extranjera, también con el objetivo de una alianza. Era la hora de Ana de Cleves, quien llegó a la corte inglesa con un velo que cubría su rostro. Tiempo antes Enrique había recibido un retrato de Ana y se había sentido complacido con lo que había visto pero al quitarle el velo, Enrique la encontró repulsiva. Al día siguiente de la noche de bodas Enrique dijo “No me gustaba antes y ahora me gusta mucho menos”. Ana por su parte no había tenido el mismo privilegio, pues podríamos pensar que si ella hubiera tenido la oportunidad de ver un retrato del viejo y obeso Enrique podría haberse negado… o por lo menos ¡habría sabido con qué se iba a encontrar! Una vez más el capricho del rey pudo más y los consejeros del rey hicieron hasta lo imposible para anular este matrimonio cosa que Ana aceptó complacida, seguramente prefirió el repudio a perder la cabeza.
Catalina Howard fue tal vez el mayor capricho de Enrique. Fue su quinta mujer, muy joven y exultante, que sedujo al rey con su sexo joven y despreocupado. Pero Catalina al poco tiempo se aburrió de la vejez del rey, se asqueó de su obesidad y sus úlceras supurantes y cayó rendida a las pasiones de uno de los favoritos de Enrique, el mozo Culpeper. Catalina y Culpeper fueron decapitados, ella por adúltera y él por alta traición. Se dice que la joven, en su celda, pidió el madero para practicar cómo colocar la cabeza para el momento de su muerte.
La última reina de Enrique fue Catalina Parr, una mujer mayor, viuda y que supo contener los cambiantes humores del rey. Catalina había aprendido la lección y no quería casarse con Enrique, ¿quién en su sano juicio podría querer ocupar ese lugar una vez más? Pero finalmente no pudo negarse a las exigencias de Enrique, después de todo él era el rey. A pesar de todo Catalina no se salvó de la ira del rey, acusada de herética por sus inclinaciones protestantes Enrique la hizo apresar, pero ella muy diplomáticamente se presentó ante el rey y pidió disculpas públicamente, Enrique ya viejo y cansado la perdonó. El rey murió estando casado todavía con Catalina.

Eduardo VI, su hijo varón, heredó el trono a su muerte pero murió adolescente y sin hijos, lo siguió María Tudor (su hija con Catalina de Aragón) quien murió también sin descendencia y finalmente heredó Isabel I (su hija con Ana Bolena), que fue una de las reinas más importantes de la historia de Inglaterra pero nunca se casó y tampoco tuvo hijos. 
Parece que a pesar de los esfuerzos de Enrique, la dinastía Tudor estaba destinada a la extinción.

Ahora ya lo sabés!

Lic. Diana Fubini

Bibliografía

Ridley, Jasper, The Tudor age, Londres, Robinson, 2002
Weir, Alison, Henry VIII. King & court, Londres, Vintage, 2008
Fraser, Antonia, Las seis mujeres de Enrique VIII, Buenos Aires, Vergara Editor, 1993
Cabal, Juan, Como las estrellas. Cinco vidas femeninas: Ana Bolena, Catalina Howard, Luisa de la Valliere, La emperatriz Josefina, Mme. Recamier, Barcelona, Editorial juventud, 1943

4 comentarios:

  1. La historia esta muy buena, pero no me queda claro porque a la primera Catalina no la decapitó?

    Mercedes

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  2. Hola Mercedes! Te cuento por que no la decapitó.
    En principio nunca fue el objetivo de Enrique decapitarla, él sólo quería "divorciarse", en el fondo la quería y la respetaba, pero Ana Bolena lo había "embrujado", como se decía en ese entonces.
    Segundo y más importante, Catalina era la hija de los Reyes Católicos, y cuando Enrique inició el proceso de anulación, en España era rey Carlos V (que además era emperador). Carlos V era el monarca más poderoso en ese momento con el imperio más grande hasta el momento y además era el sobrino de Catalina, DEFINITIVAMENTE EJECUTAR A CATALINA HABRÍA SIDO UNA DECISIÓN MUUUY RIESGOSA PARA ENRIQUE!! Ya bastante lo desafió a Carlos divorciándose ilegalmente de Catalina.

    Espero haber respondido a tu pregunta!

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  3. Bien Bien! Me gustó.
    Siempre supe de las varias mujeres de Enrique octavo, porque hice la primaria en un colegio inglés, pero ahora se bien como fué. Como siempre los libros de texto para chicos, endulzan la historia.

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  4. Gracias por la respuesta! muy sabio por parte de Enrique no haberse arriesgado...

    saludos,
    Mercedes

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