jueves, 9 de febrero de 2012

Dos chiflados y una guerra (Los inicios de la Guerra Fría)

Cuando finalizó la Segunda Guerra las dos superpotencias vencedoras Estados Unidos y la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas se enfrentaron, al mejor estilo “Pinky y Cerebro”, para dominar el mundo. Nunca lucharon abiertamente, sino que lo hicieron a través de otros países que estaban bajo sus dominios apoyándolos con dinero, armas y hombres, como tristemente sucedió en Vietnam entre infinidad de lugares del planeta donde se desafiaron. A ese enfrentamiento se lo conoce como Guerra Fría, en este post voy a mencionar algunos hechos que hicieron posible que la caliente Guerra Fría comenzara.

En 1944, en plena Segunda Guerra Mundial, los tres grandes aliados y vencedores Gran Bretaña, EEUU y la URSS suscribieron los Acuerdos de Yalta, donde entre otras cosas convinieron que al finalizar la guerra: 1) se crearía la Organización de Naciones Unidas; 2) Alemania sería desmilitarizada y dividida en 4 zonas bajo el dominio de URSS, Gran Bretaña, Francia y EEUU; 3) los jerarcas nazis serían juzgados en una corte internacional (conocidos hoy como los Juicios de Núremberg) y 4) se aprobaría la Declaración sobre la Europa Liberada, por la cual Gran Bretaña, EEUU y URSS otorgarían a todos los países europeos elecciones libres representativas de todos los partidos políticos, menos obviamente el fascista y el nazi.

A mediados de 1945 se volvieron a encontrar en Potsdam, (ciudad cercana a Berlín) para discutir el futuro de Alemania y la situación de sus aliados, como Italia, Bulgaria, Hungría y Rumania, o de sus asociados, como Finlandia. Entonces Stalin aprovechó para presentar un largo catálogo de demandas donde pretendía, entre otras cosas, una parte de las colonias italianas y el dominio de los estrechos marítimos como el de Bósforo, (divide a Estambul en dos) donde instalaría bases militares. Y se puso caprichoso al rechazar las demandas de celebrar elecciones libres en la Europa oriental. Encima, como en Yalta el río Neisse había servido de demarcación entre Polonia y Alemania, y NADIE había notado que había dos ríos con el mismo nombre, el enérgico Stalin corrió las fronteras polacas a su favor. La conferencia se interrumpió y no volvió a ser retomada.

Entonces el Presidente Truman de EEUU bravuconeando dijo sobre los rusos “Tenemos que ser rudos con ellos, no saben comportarse bien. Son como toros en una cristalería. Sólo tienen 25 años de edad. Nosotros más de 100 y los ingleses son varios siglos más viejos. Hemos de enseñarles a tener buenos modales”. En realidad Stalin no entendía por qué los líderes norteamericanos hacían tanto escándalo por las estructuras internas de los Estados del este de Europa, donde no tenían un claro interés estratégico. Harriman, embajador norteamericano en Moscú decía “Stalin no comprende nuestro interés en una Polonia libre como cuestión de principios. Es un realista y le resulta difícil apreciar nuestra fe en los principios abstractos. No entiende por qué queremos inmiscuirnos en la política soviética en un país como Polonia, a menos que tengamos un motivo oculto”.

Stalin era hombre de nervios de acero, a quien no le temblaba el tupido bigote cuando tomaba una decisión, pero sabía cuán débil era su país en realidad. Parte del oeste de Moscú había sido devastado por la práctica habitual de los ejércitos en retirada primero soviético y luego alemán de quemar absolutamente todo para privar de refugio a sus perseguidores en el helado clima ruso. Además las millones de personas muertas en la guerra, o víctimas de todas las purgas stalinistas, campos de concentración y hambrunas, asolaron el país que ahora se encontraba frente al avance tecnológico norteamericano de la bomba atómica. Para Stalin esto significaba que el mundo capitalista podía imponer su voluntad. Entonces simuló que la URSS actuaba movida por la fuerza y no por su debilidad. Mantuvo su Ejército Rojo en el centro de Europa y en todos los países que habían sido ocupados por éste, donde gradualmente fue imponiendo gobiernos títeres soviéticos menospreciando el poderío norteamericano.

Pero a pesar de que EEUU tenía el monopolio atómico, en septiembre de 1945 los altaneros norteamericanos se enteraron que tanto en su país como en Ottawa (Canadá) operaba una compleja red de espionaje soviético y que ya habían transmitido información sobre la bomba atómica a la URSS. Eventualmente las bombas norteamericanas serían entregadas al Consejo de Seguridad de la ONU y las armas nucleares serían prohibidas, tal como en otra época lo fue el uso del gas venenoso. Sin embargo, el 85% de los estadounidenses encuestados deseaba que su país tuviera el control exclusivo de la nueva arma porque el dominio internacional no resultaba fiable y no querían que las armas atómicas fueran entregadas al Consejo de Seguridad. La paranoia norteamericana por la bomba atómica se inspiraba en que los territorios donde tenían importantes inversiones en yacimientos petrolíferos como Grecia, Turquía e Irán, seguían ocupados por el Ejército Rojo. De esta forma la URSS incumplía con los Acuerdos de Yalta y Potsdam y encima Stalin capitalizaba el descontento hacia las potencias occidentales respaldando en toda Europa al cada vez más fuerte partido comunista, como se demostró en las primeras elecciones después de la Segunda Guerra.

En 1946, EEUU apoyó airadamente la protesta de la delegación iraní por la ocupación soviética provocando que la URSS se retirara de la ONU. Stalin ofuscado afirmó que el capitalismo y el comunismo eran “incompatibles” y que la URSS debía prepararse para un rearme. En el mismo año, un agregado de la Embajada de EEUU en la URSS, envió a Washington un informe que se conoce como el “largo Telegrama Kennan” en el que señalaba que la Rusia marxista-leninista era bestialmente anticapitalista e irremediablemente hostil a Occidente. También advertía que el régimen soviético era una feroz dictadura y que trataría de continuar su política expansionista hacia Europa, y que el Kremlin era "poco influenciable por la lógica de la razón (...), pero muy sensible a la lógica de la fuerza". Washington interpretó que sólo EEUU podría oponerse a la política comunista que amenazaba a la democracia, el liberalismo y el capitalismo. Entonces para contener la crisis económica europea elaboró el Plan Marshall que consistía en el otorgamiento de préstamos a Europa. Y como EEUU no da “puntada sin hilo”,  el empréstito le permitió salvarse de una posible crisis económica ya que Europa sólo podía comprar alimentos e insumos a Norteamérica, entre otras “avivadas”.

En el mismo año, Churchill visitó EEUU y pronunció la célebre frase “cortina de hierro” en referencia al territorio europeo ocupado por el ejército soviético. Para este momento Stalin había roto todos los Acuerdos vulnerando la confianza de occidente, había logrado fijar las fronteras de la Europa oriental y establecer en Yugoslavia y en Albania dictaduras comunistas. Los 5 países que serían satélites soviéticos (Bulgaria, Checoslovaquia, Polonia, Hungría y Rumania) tenían gobiernos de coalición donde los comunistas eran el bando más fuerte, sobre todo en Polonia. Ya no había vuelta atrás, la Guerra Fría había comenzado.

No hace falta decir quien ganó, hoy la mayoría del mundo habla inglés, tiene sus Mc Donalds en sus principales ciudades y se mira cuanta película filman los estadounidenses donde se jactan de ser más malos que sus enemigos “malos”. Sin duda culturalmente EEUU ganó la guerra por el dominio del mundo. Años después del inicio del conflicto Henry Kissinger le preguntó a Truman sobre la política exterior norteamericana y le respondió “Derrotamos por completo a nuestros enemigos y les hicimos rendirse, y luego los ayudamos a recuperarse, a volverse democráticos y a retornar a la comunidad de las naciones. Sólo los EEUU pueden hacer eso”. Cuanta arrogancia!

Ahora ya lo sabés!
Lic. Alicia Di Gaetano

Referencias

Gaddis, John Lewis, “La impotencia de la omnipotencia: la diplomacia norteamericana, la bomba atómica y el mundo de posguerra”, en Estados Unidos y los orígenes de la Guerra Fría (1941-1947), Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano, 1989

Kissinger, Henry, La Diplomacia, México, Fondo de Cultura Económica, 2004

http://www.historiasiglo20.org/GLOS/telegramakennan.htm

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