jueves, 1 de septiembre de 2011

De patriotas y espionaje

Río de la Plata y Europa: 1814 - 1816

Durante la Revolución de 1810 y antes de la Declaración de la Independencia en 1816, con tal de no volver a depender de España, nuestros próceres pensaron en raptar a un príncipe y hasta se convirtieron en espías. En 1812 Fernando VII preso vip de Napoleón recuperó el trono de España. Apoyado por los monarcas europeos, se envalentonó y dispuso el envío de una expedición formada por 10.000 hombres para castigar a la colonia más rebelde: Buenos Aires. En este contexto tuvo lugar lo que se conoció como “el negocio de Italia”, y la historia de espionaje protagonizada por Rivadavia. Esta es la historia:

En el Río de la Plata, inquietos por la venida de la poderosa expedición, decidieron enviar una misión diplomática para negociar con el rey Fernando VII. ¿Le iban a pedir perdón por intentar independizarse? NUNCA JAMÁS, pero iba a ser difícil llegar a un acuerdo, porque ya se habían emitido monedas sin la imagen del rey, se había cantado el himno, diseñado el escudo y la bandera, y estas cosas no se tapaban ni con un poncho. Es decir, había que negociar el reconocimiento de la independencia. Para llevar a cabo tan delicada misión fueron designados Manuel Belgrano y Bernardino Rivadavia, quienes se reunirían en Londres con Manuel de Sarratea, que era un acérrimo defensor de las ideas monárquicas. Los monárquicos pretendían casar a una princesa inca con un príncipe europeo y lograr así el reconocimiento de la independencia. También consideraban a Carlos IV el verdadero rey de España, porque había sido obligado por Napoleón a abdicar a favor de su hijo Fernando VII.

Cuando se encontraron los tres patriotas en Londres, Fernando VII había dejado de ser rey porque Napoleón había recuperado una vez más el poder en Europa. Entonces Sarratea que se había vinculado con el Conde de Cabarrús, vio la posibilidad de instaurar una monarquía en el Río de la Plata, y puso en marcha “el negocio de Italia”. El Conde que esquilmó los bolsillos de nuestros patriotas (era un impresentable que vivía del juego y las intrigas) tomó parte en las tratativas llevadas a cabo entre Carlos IV por un lado y Belgrano, Rivadavia y Sarratea, por el otro. Lleno de ducados partió a Roma, donde vivían modestamente el destronado Carlos IV, su esposa María Luisa y el Infante don Francisco de Paula. Cabarrús portaba un documento firmado por los tres patriotas por el que declaraban encontrarse facultados por el Supremo Gobierno de las Provincias Unidas para tratar con el “Rey Nuestro Señor el señor Don Carlos IV [...] la institución de un reino en aquellas provincias [el Río de la Plata] y cesión de él al Serenísimo Señor Infante don Francisco de Paula”. El proyecto sedujo a María Luisa, que se comprometió a traer el Infante a Buenos Aires.

Pero mientras la negociación prosperaba, en junio de 1815 Napoleón fue definitivamente derrotado en la batalla de Waterloo y Fernando VII otra vez se reafirmó en el trono español. Carlos IV asustado, se apresuró a rechazar el intento de los patriotas declarando que “su conciencia le mandaba no hacer nada que no fuese favorable al rey de España”. Entonces “el negocio de Italia” terminó en un proyecto más osado: raptar al Infante y traerlo a Buenos Aires para coronarlo. Sarratea y Cabarrús, debatieron acaloradamente este plan con Belgrano y Rivadavia que estaban en desacuerdo. La discusión finalizó cuando Belgrano le pidió una “rendición de gastos” a Cabarrús que se hizo el ofendido, por lo que casi llegaron a retarse a duelo. Sin Infante y sin dinero, Belgrano se volvió a Buenos Aires. Rivadavia esperando instrucciones, continuó con la misión en forma secreta convertido en “El Nº 38”.

El Nº 38 se trasladó a París y a fines de 1815 recibió una nota enviada de la corona española, indicando “Es voluntad de Su Majestad que [...] el Número 38 venga a Madrid ...”. Nuestro agente secreto que tenía que ganar tiempo, arribó a España en mayo de 1816 donde felicitó a Fernando VII “por su venturosa y deseada restitución al trono”, pero no trató la cuestión de la emancipación.

Mientras el Nº 38 volvía a París (donde residió varios años), el 9 de julio de 1816, un Congreso argentino reunido en Tucumán proclamó la Independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, siendo Portugal el primer país que el 25 de marzo de 1824, la reconoció.

Ahora ya lo sabés!

Lic. Alicia Di Gaetano

Bibliografía
Levene, Gustavo Gabriel, La Argentina se hizo así, Buenos Aires, Hachete, 1960

Lopez, Vicente Fidel, Historia de la República Argentina, Buenos Aires, Sopena Argentina, 1944, Tomo III

2 comentarios:

  1. Muy interesante ya que nunca imagine que tuvimos un patriota 007.

    Fernanda

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  2. Gracias Fernanda! Muy buena tu comparación! Te esperamos todos los jueves con un poco más de historia!

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