jueves, 8 de marzo de 2012

LOS TEMPLARIOS, FELIPE IV Y LA INQUISICIÓN


Se ha dicho y se dice mucho sobre los Templarios; se cree por ejemplo que son una secta, se los ha considerado también como los guardianes del Santo Grial, se los relaciona con ritos iniciáticos secretos de tinte satánico, y hasta se cree que hoy todavía existen, entre otras tantas cosas. La Orden del Temple forma parte de una lista de hechos y personajes históricos alrededor de los cuales se han creado las más increíbles historias hasta convertirlos en mitos, como ha sucedido por ejemplo con el Santo Grial o con los masones. Pero intentemos quitar el mito y las leyendas y veamos quiénes eran realmente los templarios.
Ubiquémonos geográficamente en el continente europeo y temporalmente en la conocida Edad Media, época en que la cristiandad estaba en pleno apogeo. Es la era de las llamadas Cruzadas. ¿Qué son las Cruzadas? Estas fueron campañas militares llevadas a cabo por reyes y papas con el objetivo de liberar Tierra Santa que había sido invadida por los musulmanes. Fueron básicamente guerras de religión entre cristianos y moros, aunque no debemos caer en el error de pensar que el fin era puramente religioso sino que la perspectiva de enriquecimiento a través de la conquista era seguramente el objetivo principal de la mayoría de estas campañas que por cierto costaban mucho dinero a quien las financiaba.
La Orden de los Pobres caballeros de Cristo (o Los Templarios o la Orden del Temple) nació entre los años 1118 y 1119 luego de la Primera Cruzada. Su objetivo primigenio fue proteger a los cristianos que peregrinaron a Jerusalén luego de que esta fue reconquistada en el año 1099. Fue creada por 9 caballeros franceses al mando de Hugo de Payens y terminó siendo con el tiempo, a través de las diferentes campañas hacia Tierra Santa, la unidad militar mejor entrenada en participar en las mismas. La Orden fue aprobada por la Iglesia en 1129 y el Patriarca Esteban les dio las reglas bajo las cuales debían regirse. La misma se convirtió en poco tiempo en una orden internacional con sedes y seguidores por toda Europa. No todos eran caballeros, aquellos miembros que no combatían fueron creando poco a poco una importante estructura económica que convirtió a la orden en un grupo con mucho poder económico.
A la primera cruzada le siguieron otras siete, aunque si se da una mirada panorámica de todas, la única en la que realmente se logró algo fue en efecto la primera en la que se reconquistó Jerusalén. En todas ellas participaron los Templarios. Sin embargo, durante la octava cruzada se produjo la Caída de Acre, la última gran batalla que significó prácticamente la pérdida definitiva de Tierra Santa y la expulsión de los Templarios que se reubicaron en la isla de Chipre desde donde intentaron seguir con la misión de recuperar la plaza pero lamentablemente los tiempos ya habían cambiado. Los reyes europeos ya no estaban tan interesados en reconquistar Jerusalén y las otras órdenes militares que habían luchado, como los llamados Hospitalarios, ya habían puesto sus ojos en otros objetivos. Habiendo fracasado en el intento de recuperar estas tierras estos soldados cristianos ya no tenían ocupación alguna y de regreso a sus lugares de origen se convirtieron en grandes banqueros y terratenientes con mucho poder económico.
Se daba mientras tanto en Europa hacía ya unos cuantos años el proceso conocido como la Inquisición, una maquina judicial creada por la Iglesia que perseguía a los heréticos (inició con la persecución de los cataros y valdenses). Se apresaba a los sospechosos, se los sometía a juicio y si eran hallados culpables morían en las hogueras y sus bienes eran confiscados.
El rey francés Felipe IV, conocido como el Hermoso, no sólo estaba endeudado con la Orden del Temple por estas épocas sino que su gobierno tenía unas cuantas deudas más. Inspirado por los procesos de herejía de la Inquisición, pensó que sería una solución útil aplicar este sistema procesal a la Orden del Temple y una vez acusados y condenados podría despojarlos de todos sus bienes. En Francia los grupos con mayores riquezas eran los judíos, los lombardos, los templarios y la Iglesia. Felipe ya había despojados a los dos primeros, la Iglesia si bien rica era intocable por tanto quedaban sólo los templarios.
La única forma de acabar con la Orden y obtener todos sus bienes era mediante el proceso inquisitorial, y para eso debían ser acusados de herejía. En ese momento el Papa era Clemente V, que francés, súbdito del rey y también el primer papa de Aviñón (NOTA: El Papado de Aviñon -1309 y 1377 – fue un periodo en el cual la Iglesia tuvo su sede en dicha ciudad), localidad ubicada en Francia. Tener un papa francés, en Francia y además influenciable fue la carta magna para Felipe. ¿Por qué? No olvidemos que la Orden del Temple tenia carácter internacional, es decir que tenía sedes y seguidores en toda Europa, por tanto no bastaba con acabar con ella en Francia, la destrucción de la orden tenía que ser total, y para esto el rey necesitaba la ayuda del Papa que tenía también, si se quiere, “jurisdicción” internacional para poder iniciar la persecución por herejía en todos los territorios cristianos.
Una vez que logró convencer a Clemente, Felipe hizo enviar a todos los rincones de su reino sobres con órdenes de detención de todos los templarios. Los sobres no serían abiertos hasta una fecha específica y así el 13 de octubre de 1307 se llevó a cabo una operación simultánea de arresto en la que todos los templarios junto con el Gran Maestre de la Orden, Jacques de Molay, fueron apresados. Al mismo tiempo el Papa enviaba misivas a los distintos reyes de la cristiandad para que se llevara a cabo el mismo procedimiento.
Entre octubre y noviembre se realizaron de forma individual los interrogatorios, que en su mayoría, sino en su totalidad, fueron acompañados de tortura. En general el proceso inquisitorial utilizaba la tortura de manera moderada sin embargo se piensa que los procesos contra los templarios fueron realmente brutales. Según crónicas de la época, en la ciudad de París habrían muerto treinta y seis caballeros sólo producto de las torturas.
Los interrogatorios se dieron uno tras otro y se piensa que fueron las torturas y las amenazas las que llevaron a estos caballeros y hasta al Gran Maestre a declararse culpables de los más atroces e inverosímiles crímenes. Los templarios confesaron por ejemplo que cuando un caballero ingresaba a la Orden debía renegar de Dios, pisar y escupir sobre la cruz y admitir que aquél era sólo un ídolo. Confesaron también que el caballero que iniciaba al nuevo integrante recibía besos obscenos en el vientre y en los riñones. Este mismo durante el ritual afirmaba que los caballeros debían huir de las mujeres pero que en cambio la sodomía (término religioso que se utilizaba para describir sobretodo las relaciones carnales homosexuales) estaba permitida e incluso aconsejada. Confesaron también que adoraban una cabeza barbuda y que cuando decían la misa no consagraban la Hostia.
El hecho de que los Templarios no hubieran sido nunca atacados por la Inquisición anteriormente nos hace pensar que su comportamiento era realmente cristiano y que seguramente estas confesiones fueron logradas con torturas, amenazas y muy probablemente muchas de estas cosas hubieran sido incluso sugeridas por los inquisidores.
Tiempo después Felipe convocó una asamblea de obispos para tratar el tema de los templarios donde se hizo comparecer al Gran Maestre Jacques de Molay quien repitió las confesiones que había dado durante los interrogatorios y los obispos las creyeron, tal vez por miedo al Papa, a la Inquisición o al rey.
Los templarios franceses fueron quemados en las hogueras o encarcelados de por vida, sus bienes confiscados en favor de la corona. Felipe IV no pudo erradicarlos de todos estados cristianos como había sido su objetivo, sin embargo sí logró hacerse de todos sus bienes y así mejorar su condición económica.
Su fin trágico, las confesiones bajo tortura de ritos iniciáticos, de sodomía y de adoración a ídolos paganos, sumado a una maldición que habría lanzado Jacques de Molay sobre el rey y sus descendientes antes de ser enviado a la hoguera, fueron algunos de los condimentos que alimentaron las leyendas y los mitos que nacieron en la Europa medieval y de las cuales todavía hoy se habla y escribe sobre los templarios. La verdad es que fue un grupo de caballeros cristianos que se dedicaron a la labor de luchar por la reconquista de lo que la cristiandad consideraba como propio y que una vez terminado su labor en Tierra Santa fueron traicionado por un rey codicioso.


¡AHORA YA LO SABES!
Lic. Diana Fubini

Bibliografía
Dominique, Pierre, La Inquisición, Barcelona, Luis de Caralt Editor S.A., 1973

2 comentarios:

  1. Excelente trabajo y muy buena redacción. Usted escribe muy bien licenciada Diana Fubini

    ResponderEliminar
  2. Gracias Anónimo por el cumplido y me alegro que le haya gustado el texto!

    ResponderEliminar