jueves, 26 de abril de 2012

Sobre el ceremonioso ceremonial y el protocolo

La administración del Protocolo y el Ceremonial Institucional, que se entiende como reglas para planear y coordinar todas las actividades cívicas y sociales, es una de las funciones más importantes dentro de las relaciones públicas y personales. De hecho lo aplicamos permanentemente en nuestras vidas cotidianas, por ejemplo a nadie se le ocurriría sentarse en el lugar que le corresponde a un presidente, ni osaría comer en la mesa de los suegros que recién está conociendo, con la boca abierta y haciendo ruido al masticar o hacer sonidos guturales desagradables luego de tomar una gaseosa. El protocolo y el ceremonial, como todo en la vida tiene una historia, en este caso muy larga por cierto, porque cada cultura lo adaptó a sus costumbres. Sin embargo todas coincidieron más o menos en lo mismo, es decir en reconocer las jerarquías o rangos de las personas, (quienes son los mas “importantes”); organizar los cuadros de precedencia (cómo y dónde deben ubicarse las personas de un mismo rango) y  otorgar un adecuado trato y lugar a las autoridades, funcionarios y servidores, entre otras. En este post les voy a contar cómo aplicaron el ceremonial algunas culturas, teniendo en cuenta que la palabra ceremonial viene del latín “caeremonia” o sea culto religioso o veneración y cómo el protocolo se fue acomodando a nivel internacional y nacional.

Para empezar, si de “reconocer las jerarquías o rangos” se trata, los antiguos egipcios eran especialistas, porque los faraones eran considerados dioses, pero más dios que ellos era Ra y a él le dedicaban diarias ceremonias llamadas “mito de la casa de la mañana”, en las que el monarca era bañado con agua sagrada para darle un nuevo nacimiento. Al mismo tiempo dos sacerdotes cantaban llevando máscaras, uno del dios Toth y el otro de Horus. Ambos investían al monarca con los atributos de su majestad y lo llevaban hasta el santuario del palacio donde se encontraba la estatua de Ra. El faraón purificaba la imagen del Dios al que despertaba y le servía alimentos, le pintaba el rostro con emblemas reales y lo guardaba en un santuario cuyas puertas sellaba con arcilla. Finalmente se retiraba caminando hacia atrás, mientras borraba sus huellas con hojas de palmeras, en señal de respeto y veneración. (Y yo que conozco gente que se queja porque todos los días pierde media mañana en la rutina de peinarse y maquillarse) Pero el ceremonial también era rigurosamente seguido por los funcionarios del faraón que eran los encargados de las liturgias funerarias, de los ritos de coronación y de la conmemoración de las hazañas militares.

Pero de “otorgar adecuado trato y lugar a las autoridades, funcionarios y servidores”, a los chinos no hay con qué darles. En la China el ceremonial tuvo origen social basado en los órdenes jerárquicos. A partir de la creación del estado chino con la Dinastía Hsia, (2200-1800 a.C.) el ceremonial se fue desarrollando mediante la utilización de libros como el I- Li, que trata en gran parte del comportamiento que debe seguir un funcionario común en su vida, que no es tan encumbrada como la de un príncipe. El I-Li detalla las normas de la etiqueta (cómo vestirse), que implican honor, nobleza y dignidad, cualidades que por supuesto reunía ampliamente el emperador, quien era el beneficiario de las distinciones preferenciales. Pero si alguien quería convertirse en shogun (caballero chino), debía conocer primero y principal el ceremonial como una guía de comportamiento social, además de tener en lo que hoy diríamos “curriculum”, conocimiento y práctica de la música, de la escritura, de la aritmética, de la arquería y de la conducción de carros de guerra. Pero el gran maestro del ceremonial chino fue K’ung Ch’iu o Kung Fu-Tzu, conocido como Confucio (550 – 479 a.C.) que escribió varios libros sobre el tema mientras asesoraba a políticos y príncipes de toda China en principios éticos y morales.

Lo que no puede faltar en casi ninguna ceremonia es la música. Por ejemplo los himnos o las bandas militares están presentes en los actos oficiales, incluso en los casamientos, los novios ingresan al altar y al salón con una melodía. Los incas no estaban ajenos al uso de la música cuando por ejemplo celebraban sus triunfos. Siguiendo un culto bélico y heroico, el vencedor era recibido por la multitud en medio de ovaciones, danzas y cantares, elogiando sus hechos y dando gracias al Sol. Las canciones en su honor no eran compuestas por mujeres, porque como dice Garcilazo, “no eran cosas de damas”. Durante las festividades, las momias de los grandes Incas eran colocadas en la plaza del Cuzco a quienes se les cantaban alabanzas, primero a Manco Capac y luego a los reyes que lo sucedieron, sin olvidar a los servidores. Evidentemente, seguían el orden de las jerarquías, primero le cantaban a quien ostentaba el rango más alto. En los funerales de los curacas o caciques que duraban varios días y que tenían lugar en la plaza principal, las lloronas conocidas como "endechaderas" o “huaccapucus”, que eran acompañadas por la multitud entre flautas y aullidos dolorosos, entonaban los principales sucesos que los difuntos habían realizado en sus reinados. En cambio las ceremonias religiosas eran realizadas por el sumo Sacerdote o Willac Umu.

Para celebrar los ritos devotos, Manco Cápac construyó un templo con el nombre de Inticancha, y el Inca Pachacútec mandó construir otro más grande y le dio el nombre de Coricancha. Porque las ceremonias más importantes requieren de un recinto acorde, por ejemplo en la actualidad diríamos un salón de actos o el aula magna en la Universidad. Las fiestas religiosas que celebraban los incas tenían relación con las labores agrícolas, como el Inti Raymi o Pascua del Sol, que se realizaba en el mes de junio al finalizar la cosecha. Esta festividad considerada como la más grande y solemne del Imperio Incaico era celebrada con fervor religioso en la Imperial Ciudad del Cuzco. Un español conocedor de los matices sociales comentaba en el siglo XVI, que el jefe de Anansaya es "el principal de toda la provincia", que el cacique de Urinsaya debe obedecerle y que en las ceremonias se sientan, "los de anansaya a mano derecha y los de urinsaya a la izquierda". Claramente ya se definía en nuestra América el protocolo que se debía observar para sentarse junto a un jefe, como actualmente, en una comida el invitado principal se sienta a la derecha del anfitrión.

En Europa durante la Edad Media, para evitar conflictos entre reinos y principados, el protocolo y el ceremonial renació como una necesidad. Digo renació, porque por supuesto que tanto los griegos y como los romanos aplicaban principios protocolares para, por ejemplo, saludar al emperador con un “Ave Caesar” reconociéndole la jerarquía que lo diferenciaba del resto de los mortales. De la misma manera que el emperador tenía un lugar de privilegio en el Circo Romano, lo que demuestra que el principio de la precedencia (es decir el más importante) se cumplía a rajatabla. Esta necesidad de reconocer las jerarquías y de establecer las precedencias, estableció las bases de la diplomacia internacional. Pero fue durante el reinado de Luis XIV en que el protocolo y el ceremonial adquirió su mayor grado de rigidez, pomposidad y vanidad. Aplicado a toda la corte, era un honor para los cortesanos, por ejemplo, portar la “real escupidera” de su Majestad Serenísima, que no era cualquier cosa, “el elegido” debía observar un estricto ceremonial, desde la forma de llevar la vasija (de oro por supuesto), hasta la manera de caminar. A principios de la Edad Moderna ya se habían elaborado códigos de comportamiento y etiqueta, es decir cómo comer en la mesa y (lo que más nos interesa a las mujeres) cómo vestirse según la ocasión. 

Pero en materia internacional y para evitar problemas de quién es el más importante en una reunión donde todos son reyes o cancilleres, para que ninguno se sienta ofendido ni deshonrado el país al que representa, en el Congreso de Viena de 1815 se establecieron las bases del orden de las precedencias. Es que al Congreso asistieron los enviados de las ocho potencias que habían vencido a Napoleón para restablecer el Antiguo Régimen y para impedir situaciones embarazosas que se producían por la pretensión de ocupar el lugar más importante, según el criterio de cada uno de los agentes diplomáticos, se desarrolló el protocolo y el ceremonial. En él se establecieron las reglas que debían seguir desde las autoridades más altas hasta el cuerpo diplomático incluyendo la adopción de una etiqueta particular en la corte. Lo que aquí se estableció se fue adaptando con la evolución de las nuevas costumbres del mundo diplomático. En el Congreso de Viena de 1961 se actualizaron los reglamentos acordados en el Congreso anterior. Como actualmente se siguen estas reglas, nunca vamos a ver que en una Cumbre Internacional de Ministros, se sienten cada uno donde se le de la gana.

En cuanto a nuestro país, el 28 de mayo de 1810 aparece en un acta del Primer Gobierno Patrio el protocolo y ceremonial patrio y no el de la Corona. Pero fue durante el gobierno del afrancesado Marcelo Torcuato de Alvear, en 1926, que mediante un Decreto presidencial fue reglamentado el protocolo y el ceremonial argentino, siendo su ministro de Relaciones Exteriores, Ángel Gallardo, quien estableció por primera vez la ubicación de las autoridades en el Teatro Colón durante el Tedeum del 25 de Mayo. Finalmente, mediante el Decreto Ley 2072/93, se estableció el “Ordenamiento General de Precedencia Protocolar”. Aprobándose el "Modo de establecer las precedencias", la "Representación protocolar" y la "Competencia protocolar", que es el que aún hoy se sigue utilizando.

Ahora ya lo sabés!
Lic. Alicia Di Gaetano

Bibliografía

Barrenechea, Raúl Porras. Indagaciones peruanas: El Legado Quechua, Perú, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Fondo Editorial, 1999.

Berisso, María, Protocolo y Ceremonial oficial, empresario y social, Buenos Aires, Planeta, 1997.

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