jueves, 26 de enero de 2012

SOBRE JUGLARES Y CANTARES

Hoy en día podemos caminar unas cuadras entrar a una librería y comprar el último Best Seller por unos cuantos pesos, sin embargo, no siempre fue tan fácil acceder a la cultura, hubo tiempos en que las historias eran relatadas por personas y no por libros. Aunque para ser justos con la verdad, libros sí había, primero manuscritos y luego libros producto de las primeras imprentas, pero no es difícil imaginar el costo de un libro escrito a mano durante meses por monjes o por imprentas todavía rudimentarias. El libro, digamos, era un bien de lujo y por tanto tendría que pasar mucho tiempo y mucha historia hasta que cada uno de nosotros pudiera tener una cantidad de libros en sus manos.
¿Cómo llegaban entonces las historias a oídos del público si no era a través de los libros? La respuesta parece muy obvia, si no era de manera escrita entonces era de manera oral. Pero no pasemos por alto ni minimicemos la importancia de este hecho. Los hombres y mujeres cuyo menester era recitar oralmente las historias de caballería, los cantares de gesta y hasta las aventuras épicas han sido y son fundamentales para nuestra cultura. Sin ir más lejos, debemos al arte de los odas griegos el que hoy conozcamos las dos historias épicas más maravillosas de la historia de la humanidad, la Iliada y la Odisea que se atribuyen a Homero. Cabe aclarar, porque no es algo que se sepa comúnmente, que estas dos historias épicas no fueron escritas por su presunto autor sino que pertenecen a la cultura oral.
De los odas griegos, que podían memorizar cientos de cantos, llegamos a la Hispania post romana, es decir, posterior a la invasión del Imperio Romano en la península. Aquí, en esta tierra mediterránea encontramos a los juglares. Mal entendidos por algunos que los consideraban “mendigos alegres”, truhanes y vagabundos los juglares eran poetas que cantaban en iglesias y en las cortes de los reyes, eran compositores de danzas, de  juegos y de distintos entretenimientos. Los juglares traían alegría. Pero para ser justos y como todo en la historia, había un poco de los dos tipos. ¿Cuál era la actividad del juglar? Entretener al público a través del canto y de la música.
El juglar en España tuvo un rol fundamental en la conformación de la lengua romance. Pero ¿qué es la lengua romance? Para simplificar y no perder de vista a nuestros juglares diremos que la lengua romance es, en líneas generales, el idioma que resultaba de la mezcla del latín, que llevaban los romanos a todos los territorios que ocupaban, y de los dialectos que se hablaban previamente en cada territorio. En España se dio la particularidad de que la lengua romance, posteriormente el Español, nació de la conjunción del latín, de los dialectos primitivos y de la lengua árabe, pues España estuvo ocupada por los musulmanes durante ocho siglos. Los juglares aparecen en la escena cuando el latín como lengua pura estaba desapareciendo y por tanto tuvieron que adaptar sus cantares a la lengua híbrida que se iba conformando con el tiempo y que finalmente terminaría triunfando por sobre las que la conformaron.  Por la necesidad de su oficio los juglares fueron modificando la lengua en la que recitaban y a su vez se convirtieron en los difusores de las nuevas lenguas arromanzadas por todo el territorio.
No sólo tuvo el juglar un papel decisivo en la conformación de la nueva lengua sino que era este personaje errante el que llevaba de pueblo en pueblo las historias que entretenían tanto a los nobles como a las clases bajas. El juglar era la televisión, cine, computadora y smartphone de la época. Ya desde el año 1136 hay noticias de juglares al servicio de los reyes de Castilla, estos eran un ornamento de la corte y un esparcimiento necesario. Sin embargo, en general el trabajo en el palacio no era suficiente para subsistir, y por eso los juglares viajaban de pueblo en pueblo, visitando plazas y casas a su paso, relatando historias, cantando y haciendo música. Los municipios por ejemplo los contrataban para que se encargaran del entretenimiento en las festividades públicas, algunos tenían suerte y terminaban como empleados asalariados de una ciudad o pueblo y dejaban de viajar para vivir. Sin embargo eran los juglares errantes aquellos que daban un toque internacional a su trabajo ya que con sus viajes comunicaban diferentes regiones y llevaban costumbres, usanzas, giros estilísticos y demás cosas de una región a la otra y viceversa.
No sólo había juglares en la España medieval, errando por los caminos post romanos se podían hallar a los mimi o histriones que practicaban, según dichos de la época, espectáculos indecorosos. En el siglo XI aparece el trovador, considerado intelectual y socialmente más elevado que el juglar, y que era admirado por ser “autor” y no “imitador” como se pensaba del juglar, que recitaban obras de otras personas. Los bufones por otro lado eran personajes casi caricaturescos y circenses que entretenían con animales y cantaban entre la gente de clases muy bajas. Entre el trovador y el juglar estaba el segrier que era un hidalgo venido a menos que no podía aspirar a ser caballero por tanto sobrevivía gracias a la recitación. Finalmente también había mujeres que se dedicaban a estos menesteres. Las juglaresas y las soldaderas entretenían con sus cantos y recitando historias con la diferencia de que las segundas vendían también su cuerpo a quien lo solicitara.
Los relatos que estos personajes recitaban se conocen como “cantares de gesta”. Eran en general poemas de carácter heroico y los protagonistas eran siempre personajes importantes que estaban involucrados en acontecimientos acaecidos en el territorio español. Estos cantares tenían un doble interés para el público, por un lado tenían la parte novelesca que incluía amor, guerra, enfrentamiento, aventura y por otro lado cumplían la función de dar a conocer los hechos que afectaban al territorio y que debían ser conocidos por todos. Se los llamaban “cantares” justamente porque su finalidad no era el ser leídos sino recitados, aquí es donde entraba el juglar con su menester; eran de carácter popular porque estaban dirigidos al pueblo y porque sus personajes eran en general castellanos y porque abordaban temas nacionales.
Considero que es a veces necesario saber que no siempre las cosas fueron como hoy las conocemos. La cultura escrita, que para nosotros es algo de todos los días y que nos llega a través de los más diferentes medios de comunicación, sea una computadora, un libro o un periódico, fue en algún momento un bien casi inalcanzable. Parece casi pintoresco imaginar la exaltación de un pueblo olvidado al costado de un camino romano en la España medieval al ver llegar a un juglar o a una comitiva teatral. Pero más allá de lo simpática que puede parecer la imagen es necesario comprender que los juglares eran un medio de comunicación y este no es un hecho menor. Estos personajes llevaban de un lado para el otro historias que habían escuchado y así los de aquí sabían lo que sucedía allá y de esa manera se difundía el nuevo idioma, se tenían noticias sobre parajes lejanos y de paso se aprovechaba un buen momento de esparcimiento.

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Lic. Diana Fubini

Bibliografía
-         Alborg, Juan Luis, Historia de la literatura española. Edad media y Renacimiento, Madrid, Ed. Gredos, 1966, tomo 1.
-         Menéndez Pidal, Ramón, Poesía juglaresca y juglares, Madrid, Espasa Calpe, 1962.
-         Menéndez Pidal, Ramón, El idioma español en sus primeros tiempos, Buenos Aires, Espasa Calpe, 1942.
-         Rico, Francisco, Historia y critica de la literatura española, Barcelona, Ed. Crítica, 1980.
-         Valbuena Prat, Ángel, Historia de la literatura española, Barcelona, Ed. Gustavo Gili, 1964.

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