Enrique
VIII era el rey de Inglaterra y estaba casado con la española Catalina de
Aragón con quien tenía una sola hija mujer, María Tudor. Enrique sin embargo quería un varón pero Catalina ya
no podía darle hijos entonces decidió que quería divorciarse de Catalina y
casarse con Ana Bolena, que lo tenía “hechizado” y que como era joven
seguramente le daría varones. Obviamente la Iglesia Católica, o sea el Papa, le
negó el divorcio,
entonces Enrique creó una Iglesia propia,
con él a la cabeza, se divorció y se casó nuevamente.
De
su matrimonio con Bolena nació Isabel
pero ni noticias de algún varón. Entonces Enrique decidió deshacerse de Ana y
tras un juicio bastante dudoso, la hizo decapitar. Isabel tenía apenas 2 años.
El rey se casó por tercera vez con Jane Seymour y finalmente nació el tan
preciado varón, Eduardo. Ahora
podemos seguir con nuestra protagonista:
Cuando
nació Isabel, su hermana mayor, María fue declarada bastarda por Enrique, pero
cuando nació Eduardo, Isabel acompañó a María en la lista de hijas bastardas.
Esto quiere decir que ni María ni Isabel podían heredar la corona. Cuando un
rey tenía hijos extramatrimoniales, cosa que era muy común, estos llevaban el
título de “hijo del rey”, pero bajo ningún concepto significaba que tuvieran
algún derecho a la corona. De esta manera las dos hijas del rey pasaron a ser:
Lady Mary y Lady Elizabeth, the king’s
daughters (“hijas del rey”).
Cuando
murió Enrique obviamente lo sucedió en el trono el príncipe Eduardo pero por
suerte para María e Isabel, Enrique, tiempo antes, había entrado en razón y
mediante un acta las había restaurado en la línea sucesoria al trono, sin
embargo lo que nunca se solucionó fue el tema de la bastardización, o sea que,
si bien se convertían en herederas, eran todavía consideradas legalmente
bastardas, porque supuestamente no habían sido hijas de reinas, aunque Catalina
y Ana Bolena sí lo habían sido. En fin, Enrique no se caracterizó nunca por
comportarse de manera coherente.
Durante
su niñez, Isabel y María vivieron en las afueras de la ciudad, en diferentes
palacetes, como era la costumbre. En general tenían un séquito de sirvientes y
se movían cada unos cuantos meses de palacio en palacio, pues les cuento que en
esa época la limpieza de las casas no era como hoy en día, no existían los
baños y la higiene personal dejaba mucho que desear, por eso cada tanto se
tenía que deshabitar por completo la casa para que se pudiera limpiar y volver
a condiciones vivibles.
Isabel
recibió durante todos estos años la educación típica de una princesa, y se
benefició con las nuevas corrientes renacentistas, por lo cual tanto ella como
su hermana sabían hablar varios idiomas, conocían sobre filosofía y religión,
podían traducir textos del griego y del latín y eran finas bailarinas y
cantantes, entre muchas otras cosas. Esta educación no tenía otro fin más que
convertirlas en un buen partido para casarse con algún príncipe de un Estado
vecino. Pero, como les contaba, si bien fueron educadas bajo los más altos
estándares de la época a pedido de Enrique, el hecho de que fueran consideradas
bastardas hizo que ningún otro Estado las considerara seriamente para un enlace
de matrimonio. Visto en perspectiva y una vez que termine de contarles la
historia de Isabel, se puede decir que Enrique realmente arruinó la vida de sus
dos hijas, por lo menos en cuanto a lo afectivo se refiere. No les voy a
adelantar la vida de Isabel pero puedo contarles que María no se casó sino
hasta tener casi cuarenta años, su marido nunca la amó y murió sola y sin
hijos. (Pueden leer: Princesa, bastarda y reina – la vida de Bloody Mary)
Como
les decía entonces, el príncipe Eduardo, menor que Isabel y María, se convirtió
muy joven en rey de Inglaterra, sin embargo era un niño muy vulnerable y murió
a los 15 años de tuberculosis pero antes de eso arregló la sucesión de su
trono. Recordemos que Enrique VIII había restaurado a sus dos hijas a la
sucesión en el siguiente orden, primero María y luego Isabel cosa que Eduardo
sabía perfectamente, sin embargo había un problema a tener en cuenta. Si
recuerdan, Enrique, para casarse con Ana Bolena había creado una Iglesia propia
separándose de la Iglesia Católica, por tanto Isabel y Eduardo, sus hijos
menores, habían crecido bajo esa nueva religión, por el momento muy cercana al
protestantismo, pero por el contrario María, su hija mayor, era una católica
recalcitrante. Entonces ¿Cuál era el problema que se le presentaba a Eduardo al
momento de ceder su corona? Muy simple: que heredara María y que quisiera
restaurar la religión católica en Inglaterra. Para evitar eso el joven rey le
quitó a su hermana el derecho de heredar y por tanto, aunque Isabel era
protestante como él, tuvo que hacer lo mismo con ella. Nombró en cambio como
heredera a Lady Jane Grey que por vía sanguínea era la más cercana al trono y
que fue llamada la “reina de los 9 días” porque María no se dejó amedrentar y
con ayuda de un grupo de nobles del norte le quitó el trono y tiempo después la
hizo decapitar por traición.
Ahora,
María Tudor, la hija mayor de Enrique, era reina de Inglaterra y como bien
temía Eduardo, lo primero que hizo fue reinstaurar la religión católica como la
oficial. ¿Qué quería decir esto? Que toda otra religión era considerada
herética, y ¿Qué les pasaba a los herejes? Morían en las hogueras.
María
fue conocida como “Bloody Mary” o la “Reina sangrienta” porque hizo perseguir y
quemar vivos a cientos de herejes. Pensemos que en pocos años el pueblo inglés
había pasado de ser católico a protestante y luego a católico una vez más. Era
difícil amoldarse a los caprichos reales en tan poco tiempo y por eso los
“herejes” morían.
Volvamos
entonces con Isabel que al fin y al cabo es nuestra protagonista. Les conté que
Isabel, como hija del segundo matrimonio de Enrique, había sido educada en la
nueva religión. Viajemos entonces en el tiempo e intentemos imaginar la
situación de Isabel. María reinaba en una nación que se convertía al
catolicismo a la fuerza, los herejes eran perseguidos y quemados sin
vacilaciones y en medio de esa revolución nuestra princesa no sólo era
anticatólica sino que además era la heredera al trono. Cuál era el problema,
pensarán ustedes, si María podía procrear un heredero y terminado el problema.
Bueno, no era tan fácil. María no se había casado, justamente porque al ser
supuestamente “bastarda” no le había servido a ningún príncipe o rey vecino
como alianza política y por eso había pasado toda su vida en soledad. Cuando
tomó el trono tenía 37 años, y en esas épocas una mujer de esa edad era
considerada mayor y por supuesto estéril. María sin embargo logró casarse con
el heredero español Felipe II pero su matrimonio fue infeliz. Por otra parte,
Isabel, mujer inteligente y astuta, bien
imaginaba que María seguramente nunca tendría hijos y de morir así, ella
heredaría. El problema yacía en que era vox
populi que ella no era católica, y como le pasó a Eduardo, María se negaba
rotundamente a que su hermana heredara y restaurara una vez más la nueva
religión. Una de las cuestiones más complicadas era el tema de la Misa que para
María era lo más importante en este mundo y que para los protestantes era
herejía. Isabel entonces se encontró en un brete, pero hábil como era, decidió
salvar su pellejo y comenzó a asistir a Misa diariamente (a veces hasta dos
veces) con el único objetivo de preservar su vida y su lugar en el reino. Pero
María era una inteligente mujer también ella y a pesar de las apariencias, la
duda de la “conversión” de Isabel estaba siempre latente. Sin embargo, nuestra
protagonista, se mantuvo firme y, quien sabe con qué pensamientos muy dentro
suyo, asistió a Misa durante años.
Otro
problema latente para Isabel era que ella se había convertido “sucesoriamente”
en la enemiga natural de María. Pensemos juntos: pasaban los años y María no
podía procrear, su marido era español y estaba a punto de heredar su corona y
por eso la visitó sólo dos veces en lo que duró el matrimonio, por tanto
parecía imposible que ella quedara embarazada, a esto se sumaba que los grupos
opositores, en general protestantes, crecían producto de la persecución a los
herejes. En medio de todo este embrollo político y religioso, estaba Isabel, la
heredera directa al trono, joven, hermosa y por sobretodo fértil. María vivía
con la espada de Damocles pendiendo de un hilo sobre su cabeza, ella era una
mujer mayor y seca por dentro y su hermana por el contrario brillaba en la
corte. Lo único que podía dificultar la posición de Isabel era una sospecha de
traición y esta no se hizo esperar.
Cuando
María se casó con el católico Felipe II (futuro rey español) algunos
aristócratas ingleses, en su mayoría protestantes, comenzaron a complotar en su
contra y pusieron su atención obviamente en Isabel. Lamentablemente para ellos
su avance hacia Londres fue frenado por la reina y el protagonista del levantamiento,
el Duque de Suffolk, al ser interrogado confesó que el plan consistía en bajar
a María y coronar a Isabel. Los cuestionamientos siguieron durante días y a
pesar de que no pudieron comprobar la implicancia de la princesa en el complot
(y de hecho ella no había participado) Isabel fue igualmente llamada a Londres
y encerrada en la Torre, donde se tenía a los traidores. Finalmente, después de
un tiempo considerable de encierro se dio una situación de esas que considero
hasta novelescas, donde la realidad le gana a la ficción. Uno de los implicados
exoneró a Isabel de toda culpa en su discurso mientras yacía en el cadalso a
punto de ser decapitado. En esa época los testimonios de las personas que
estaban a punto de morir eran considerados casi como verdades del Evangelio y
por eso al poco tiempo Isabel fue liberada y puesta bajo el cuidado o mejor
dicho custodia de un Sir fiel a María
y allí vivió durante un tiempo. Se dice que Isabel le hizo la vida imposible a
este hombre y que él sabiendo que ella algún podría heredar pasó los momentos
más incómodos de su vida teniendo presa en su casa a una princesa real.
Pero
al fin y al cabo fue el tiempo lo que terminó por acomodar las cosas.
En
abril de 1555 María llamó a Isabel a Londres para que presenciara su parto, que
nunca llegó, era una falsa alarma o las ganas desmedida de la reina de quedar
embarazada. En 1557 fue convocada nuevamente por la misma razón pero este niño
tampoco llegó porque lo que tenía María era un tumor que le hinchó el vientre y
le provocó la muerte. Su marido Felipe se había ido hace tiempo a recibir su
corona a España y por tanto para Isabel ya no quedaba más que esperar, las
circunstancias se ponían de su lado y ya no necesitaba participar de complots,
ya había aprendido la lección.
María
finalmente comprendió que le esperaba la muerte y tuvo una última charla con
Isabel porque aparentemente, y provocando mucha oposición de los ultra
católicos que la apoyaban, había aceptado que la heredera natural era su
hermana. María le pidió a Isabel que no les negara a sus súbditos la Misa y el
amor de la Virgen María a lo que Isabel, sabiéndose finalmente vencedora, le
respondió muy diplomáticamente que ella haría sólo lo que su corazón le
dictara. Al fin y al cabo Isabel no había dejado de ser protestante y no
cambiaría ahora.
El
17 de noviembre de 1558 murió María producto del cáncer. Su consejo real
declaró a Isabel reina de Inglaterra y fueron enviados mensajeros a su palacete
en Hatfield donde fue informada de las novedades. El 28 de noviembre entró la
magnífica Isabel a Londres y el 15 de enero fue coronada en la Abadía de
Westminster.
Iniciaba
la Era Dorada, la Inglaterra de Gloriana.
CONTINUARÁ…
Lic. Diana Fubini
Rex, Richard, Elizabeth I, Londres, Tempus, 2003
Lic. Diana Fubini
Rex, Richard, Elizabeth I, Londres, Tempus, 2003
El matrimonio de María Tudor con Felipe de Habsburgo tuvo su impacto sobre La Argentina.
ResponderEliminarEfectivamente, poco después fundación de Santiago del Estero, en 1558 fue fundada la ciudad de Londres que aún persiste, como un pequeño poblado, en la Provincia de Catamarca. Su fundador fue Juan Pérez de Zurita
¡Qué interesante lo que nos contas! Muchas gracias por leernos y por compartir tu conocimiento!
EliminarSaludos!
me encanto esta historia pero yo creia que isabel habia mandado decapitar a maria tudor, en la pelicula de la vida de isabel lo hicieron asi felicitaciones chicas y sigan con la historia de enrique que es apasionante
ResponderEliminarchicas me equivoque de maria me confundi a maria tudor con maria estuardo es asi no no pude leer lo del blog que decis donde lo busco gracias y perdonen mi falta de informacion pero esta buenisimo el blog de uds. me encantaaa
ResponderEliminarExacto Paty! Era María Estuardo y gracias por la buena onda y por leernos!!!
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