viernes, 3 de agosto de 2012

LA INGLATERRA DE GLORIANA – CAPITULO 1: EL ASCENSO



Ya escribí tanto sobre los Tudor que me da un poco de vergüenza volver a contar la historia de Enrique VIII pero para poder hablar de su hija Isabel es obligatorio. No puedo empezar su historia si no lo menciono previamente. Voy a resumir muy someramente los hechos hasta el nacimiento de Isabel pero si quisieran saber un poco más pueden leer “Seis bodas y cinco funerales”, donde me despacho con toda la vida de Enrique como se debe. Ahí va mi resumen:
Enrique VIII era el rey de Inglaterra y estaba casado con la española Catalina de Aragón con quien tenía una sola hija mujer, María Tudor. Enrique sin embargo quería un varón pero Catalina ya no podía darle hijos entonces decidió que quería divorciarse de Catalina y casarse con Ana Bolena, que lo tenía “hechizado” y que como era joven seguramente le daría varones. Obviamente la Iglesia Católica, o sea el Papa, le negó el divorcio, entonces Enrique creó una Iglesia propia, con él a la cabeza, se divorció y se casó nuevamente.
De su matrimonio con Bolena nació Isabel pero ni noticias de algún varón. Entonces Enrique decidió deshacerse de Ana y tras un juicio bastante dudoso, la hizo decapitar. Isabel tenía apenas 2 años. El rey se casó por tercera vez con Jane Seymour y finalmente nació el tan preciado varón, Eduardo. Ahora podemos seguir con nuestra protagonista:
Cuando nació Isabel, su hermana mayor, María fue declarada bastarda por Enrique, pero cuando nació Eduardo, Isabel acompañó a María en la lista de hijas bastardas. Esto quiere decir que ni María ni Isabel podían heredar la corona. Cuando un rey tenía hijos extramatrimoniales, cosa que era muy común, estos llevaban el título de “hijo del rey”, pero bajo ningún concepto significaba que tuvieran algún derecho a la corona. De esta manera las dos hijas del rey pasaron a ser: Lady Mary y Lady Elizabeth, the king’s daughters (“hijas del rey”).
Cuando murió Enrique obviamente lo sucedió en el trono el príncipe Eduardo pero por suerte para María e Isabel, Enrique, tiempo antes, había entrado en razón y mediante un acta las había restaurado en la línea sucesoria al trono, sin embargo lo que nunca se solucionó fue el tema de la bastardización, o sea que, si bien se convertían en herederas, eran todavía consideradas legalmente bastardas, porque supuestamente no habían sido hijas de reinas, aunque Catalina y Ana Bolena sí lo habían sido. En fin, Enrique no se caracterizó nunca por comportarse de manera coherente.
Durante su niñez, Isabel y María vivieron en las afueras de la ciudad, en diferentes palacetes, como era la costumbre. En general tenían un séquito de sirvientes y se movían cada unos cuantos meses de palacio en palacio, pues les cuento que en esa época la limpieza de las casas no era como hoy en día, no existían los baños y la higiene personal dejaba mucho que desear, por eso cada tanto se tenía que deshabitar por completo la casa para que se pudiera limpiar y volver a condiciones vivibles.
Isabel recibió durante todos estos años la educación típica de una princesa, y se benefició con las nuevas corrientes renacentistas, por lo cual tanto ella como su hermana sabían hablar varios idiomas, conocían sobre filosofía y religión, podían traducir textos del griego y del latín y eran finas bailarinas y cantantes, entre muchas otras cosas. Esta educación no tenía otro fin más que convertirlas en un buen partido para casarse con algún príncipe de un Estado vecino. Pero, como les contaba, si bien fueron educadas bajo los más altos estándares de la época a pedido de Enrique, el hecho de que fueran consideradas bastardas hizo que ningún otro Estado las considerara seriamente para un enlace de matrimonio. Visto en perspectiva y una vez que termine de contarles la historia de Isabel, se puede decir que Enrique realmente arruinó la vida de sus dos hijas, por lo menos en cuanto a lo afectivo se refiere. No les voy a adelantar la vida de Isabel pero puedo contarles que María no se casó sino hasta tener casi cuarenta años, su marido nunca la amó y murió sola y sin hijos. (Pueden leer: Princesa, bastarda y reina – la vida de Bloody Mary)
Como les decía entonces, el príncipe Eduardo, menor que Isabel y María, se convirtió muy joven en rey de Inglaterra, sin embargo era un niño muy vulnerable y murió a los 15 años de tuberculosis pero antes de eso arregló la sucesión de su trono. Recordemos que Enrique VIII había restaurado a sus dos hijas a la sucesión en el siguiente orden, primero María y luego Isabel cosa que Eduardo sabía perfectamente, sin embargo había un problema a tener en cuenta. Si recuerdan, Enrique, para casarse con Ana Bolena había creado una Iglesia propia separándose de la Iglesia Católica, por tanto Isabel y Eduardo, sus hijos menores, habían crecido bajo esa nueva religión, por el momento muy cercana al protestantismo, pero por el contrario María, su hija mayor, era una católica recalcitrante. Entonces ¿Cuál era el problema que se le presentaba a Eduardo al momento de ceder su corona? Muy simple: que heredara María y que quisiera restaurar la religión católica en Inglaterra. Para evitar eso el joven rey le quitó a su hermana el derecho de heredar y por tanto, aunque Isabel era protestante como él, tuvo que hacer lo mismo con ella. Nombró en cambio como heredera a Lady Jane Grey que por vía sanguínea era la más cercana al trono y que fue llamada la “reina de los 9 días” porque María no se dejó amedrentar y con ayuda de un grupo de nobles del norte le quitó el trono y tiempo después la hizo decapitar por traición.
Ahora, María Tudor, la hija mayor de Enrique, era reina de Inglaterra y como bien temía Eduardo, lo primero que hizo fue reinstaurar la religión católica como la oficial. ¿Qué quería decir esto? Que toda otra religión era considerada herética, y ¿Qué les pasaba a los herejes? Morían en las hogueras.
María fue conocida como “Bloody Mary” o la “Reina sangrienta” porque hizo perseguir y quemar vivos a cientos de herejes. Pensemos que en pocos años el pueblo inglés había pasado de ser católico a protestante y luego a católico una vez más. Era difícil amoldarse a los caprichos reales en tan poco tiempo y por eso los “herejes” morían.
Volvamos entonces con Isabel que al fin y al cabo es nuestra protagonista. Les conté que Isabel, como hija del segundo matrimonio de Enrique, había sido educada en la nueva religión. Viajemos entonces en el tiempo e intentemos imaginar la situación de Isabel. María reinaba en una nación que se convertía al catolicismo a la fuerza, los herejes eran perseguidos y quemados sin vacilaciones y en medio de esa revolución nuestra princesa no sólo era anticatólica sino que además era la heredera al trono. Cuál era el problema, pensarán ustedes, si María podía procrear un heredero y terminado el problema. Bueno, no era tan fácil. María no se había casado, justamente porque al ser supuestamente “bastarda” no le había servido a ningún príncipe o rey vecino como alianza política y por eso había pasado toda su vida en soledad. Cuando tomó el trono tenía 37 años, y en esas épocas una mujer de esa edad era considerada mayor y por supuesto estéril. María sin embargo logró casarse con el heredero español Felipe II pero su matrimonio fue infeliz. Por otra parte, Isabel,  mujer inteligente y astuta, bien imaginaba que María seguramente nunca tendría hijos y de morir así, ella heredaría. El problema yacía en que era vox populi que ella no era católica, y como le pasó a Eduardo, María se negaba rotundamente a que su hermana heredara y restaurara una vez más la nueva religión. Una de las cuestiones más complicadas era el tema de la Misa que para María era lo más importante en este mundo y que para los protestantes era herejía. Isabel entonces se encontró en un brete, pero hábil como era, decidió salvar su pellejo y comenzó a asistir a Misa diariamente (a veces hasta dos veces) con el único objetivo de preservar su vida y su lugar en el reino. Pero María era una inteligente mujer también ella y a pesar de las apariencias, la duda de la “conversión” de Isabel estaba siempre latente. Sin embargo, nuestra protagonista, se mantuvo firme y, quien sabe con qué pensamientos muy dentro suyo, asistió a Misa durante años.
Otro problema latente para Isabel era que ella se había convertido “sucesoriamente” en la enemiga natural de María. Pensemos juntos: pasaban los años y María no podía procrear, su marido era español y estaba a punto de heredar su corona y por eso la visitó sólo dos veces en lo que duró el matrimonio, por tanto parecía imposible que ella quedara embarazada, a esto se sumaba que los grupos opositores, en general protestantes, crecían producto de la persecución a los herejes. En medio de todo este embrollo político y religioso, estaba Isabel, la heredera directa al trono, joven, hermosa y por sobretodo fértil. María vivía con la espada de Damocles pendiendo de un hilo sobre su cabeza, ella era una mujer mayor y seca por dentro y su hermana por el contrario brillaba en la corte. Lo único que podía dificultar la posición de Isabel era una sospecha de traición y esta no se hizo esperar.
Cuando María se casó con el católico Felipe II (futuro rey español) algunos aristócratas ingleses, en su mayoría protestantes, comenzaron a complotar en su contra y pusieron su atención obviamente en Isabel. Lamentablemente para ellos su avance hacia Londres fue frenado por la reina y el protagonista del levantamiento, el Duque de Suffolk, al ser interrogado confesó que el plan consistía en bajar a María y coronar a Isabel. Los cuestionamientos siguieron durante días y a pesar de que no pudieron comprobar la implicancia de la princesa en el complot (y de hecho ella no había participado) Isabel fue igualmente llamada a Londres y encerrada en la Torre, donde se tenía a los traidores. Finalmente, después de un tiempo considerable de encierro se dio una situación de esas que considero hasta novelescas, donde la realidad le gana a la ficción. Uno de los implicados exoneró a Isabel de toda culpa en su discurso mientras yacía en el cadalso a punto de ser decapitado. En esa época los testimonios de las personas que estaban a punto de morir eran considerados casi como verdades del Evangelio y por eso al poco tiempo Isabel fue liberada y puesta bajo el cuidado o mejor dicho custodia de un Sir fiel a María y allí vivió durante un tiempo. Se dice que Isabel le hizo la vida imposible a este hombre y que él sabiendo que ella algún podría heredar pasó los momentos más incómodos de su vida teniendo presa en su casa a una princesa real.
Pero al fin y al cabo fue el tiempo lo que terminó por acomodar las cosas.
En abril de 1555 María llamó a Isabel a Londres para que presenciara su parto, que nunca llegó, era una falsa alarma o las ganas desmedida de la reina de quedar embarazada. En 1557 fue convocada nuevamente por la misma razón pero este niño tampoco llegó porque lo que tenía María era un tumor que le hinchó el vientre y le provocó la muerte. Su marido Felipe se había ido hace tiempo a recibir su corona a España y por tanto para Isabel ya no quedaba más que esperar, las circunstancias se ponían de su lado y ya no necesitaba participar de complots, ya había aprendido la lección.
María finalmente comprendió que le esperaba la muerte y tuvo una última charla con Isabel porque aparentemente, y provocando mucha oposición de los ultra católicos que la apoyaban, había aceptado que la heredera natural era su hermana. María le pidió a Isabel que no les negara a sus súbditos la Misa y el amor de la Virgen María a lo que Isabel, sabiéndose finalmente vencedora, le respondió muy diplomáticamente que ella haría sólo lo que su corazón le dictara. Al fin y al cabo Isabel no había dejado de ser protestante y no cambiaría ahora.
El 17 de noviembre de 1558 murió María producto del cáncer. Su consejo real declaró a Isabel reina de Inglaterra y fueron enviados mensajeros a su palacete en Hatfield donde fue informada de las novedades. El 28 de noviembre entró la magnífica Isabel a Londres y el 15 de enero fue coronada en la Abadía de Westminster.
Iniciaba la Era Dorada, la Inglaterra de Gloriana.
CONTINUARÁ…

Lic. Diana Fubini

Rex, Richard, Elizabeth I, Londres, Tempus, 2003

5 comentarios:

  1. El matrimonio de María Tudor con Felipe de Habsburgo tuvo su impacto sobre La Argentina.
    Efectivamente, poco después fundación de Santiago del Estero, en 1558 fue fundada la ciudad de Londres que aún persiste, como un pequeño poblado, en la Provincia de Catamarca. Su fundador fue Juan Pérez de Zurita

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    1. ¡Qué interesante lo que nos contas! Muchas gracias por leernos y por compartir tu conocimiento!

      Saludos!

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  2. me encanto esta historia pero yo creia que isabel habia mandado decapitar a maria tudor, en la pelicula de la vida de isabel lo hicieron asi felicitaciones chicas y sigan con la historia de enrique que es apasionante

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  3. chicas me equivoque de maria me confundi a maria tudor con maria estuardo es asi no no pude leer lo del blog que decis donde lo busco gracias y perdonen mi falta de informacion pero esta buenisimo el blog de uds. me encantaaa

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  4. Exacto Paty! Era María Estuardo y gracias por la buena onda y por leernos!!!

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