viernes, 24 de agosto de 2012

LA INGLATERRA DE GLORIANA – CAPÍTULO 2: LA OTRA REINA



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Enrique VIII, el padre de Isabel, había tenido dos hermanas mujeres, Margarita y María que tuvieron cada una su descendencia. Según las leyes de sucesión, si Enrique no hubiera tenido hijos entonces los siguientes en la línea para heredar la corona habrían sido los hijos de Margarita, la mayor, y luego los de María, la menor. Sin embargo, Enrique sí había tenido hijos y ellos habían heredado, primero Eduardo, luego María y ahora Isabel.
Isabel llegó al trono con la intención de quedarse porque se consideraba hija legítima de Enrique VIII.  Sin embargo, la legitimidad, la religión y su soltería, fueron tres temas que llevaron a algunos personajes de la realeza y de la nobleza a cuestionar su derecho al trono y a reclamar su lugar como soberanos.

María Estuardo
Había tres pretendientes que tenían, por consanguineidad, después de Isabel, derecho al trono de Inglaterra:

1) Por un lado estaba María Estuardo, nieta de Margarita, la hermana mayor de Enrique VIII y por si fuera poco hija del rey de Escocia, Jacobo V;






2) Por el otro estaban Catalina y María Grey, nietas de María, la hermana menor de Enrique.

María Grey

Catalina Grey

Estas tres mujeres reclamaron en algún momento el trono inglés. En cuanto a María Grey, aparentemente sufría de enanismo, malformaciones y tenía la espalda encorvada, por tanto para esas épocas era una candidata muy poco popular. Catalina Grey por su parte cometió el error de casarse sin el consentimiento de Isabel por tanto cuando esta lo supo la hizo encarcelar y allí permaneció hasta su muerte a los 27 años. A todo esto se sumaba que María y Catalina eran hermanas de Juana Grey, la famosa “reina de los 9 días” que había sido utilizada para destronar a María Tudor (hermana de Isabel) y por tanto Isabel las “miraba torcido desde el vamos”.
Con las Grey fuera de la escena, la única que tenía todavía posibilidades de reclamar era María Estuardo y aunque en su momento Enrique VIII había excluido a los Estuardo de la sucesión mediante un Acta, ésto no impidió que María reclamara lo que ella consideraba que le pertenecía.

María nació el día de la Virgen en 1542 y fue la única hija sobreviviente del rey Jacobo V de Escocia y al morir él prematuramente se convirtió en reina de Escocia con sólo 9 meses de edad en 1543. Por supuesto que al ser menor de edad María gobernó con una regencia, es decir que otras personas gobernaban por ella hasta su mayoría de edad. Primero, el regente fue James Hamilton III y en 1554 la madre de María, María de Guisa, se hizo con el poder y gobernó hasta su muerte en 1560.
María y Francisco coronados reyes de Francia
Cuando tenía sólo 5 años se iniciaron tratativas con Francia para casar a María con el Delfín, el futuro rey Francisco y así, en agosto de ese año, una flota francesa se llevó a la pequeña reina al continente mientras su madre quedaba al mando del gobierno. María y Francisco se casaron en 1558, ella tenía 16 años y él 14. Al año siguiente el rey Enrique II murió y así Francisco y María se convirtieron en reyes de Francia. 

Sin embargo, dos años después, en 1560, su marido Francisco II murió repentinamente por una infección producida por una otitis y como no habían tenido hijos la corona francesa pasó al hermano menor de Francisco, Carlos IX, y María, sin tener mucho qué hacer en Francia regresó a Escocia a recuperar su corona en 1561.
Cuando llegó a su país encontró al pueblo dividido por la religión, la eterna lucha entre católicos y protestantes. Por un lado, estaba ella a quien apoyaban los católicos y por el otro su hermano ilegítimo, Jacobo Estuardo I, a quien apoyaban los protestantes. Pero para desilusión de la facción católica María no se terminó de jugar por ellos y decidió tolerar el orden protestante establecido y hasta mantuvo a su hermano como consejero real.

María y Enrique Estuardo
María era todavía muy joven cuando regresó a Escocia y a diferencia de su prima Isabel, como ya veremos en los próximos capítulos, era una mujer que disfrutaba de la compañía de los hombres, que deseaba estar casada y hasta podría decirse que necesitaba un hombre a su lado. Por eso en 1565 se casó con Enrique Estuardo, Lord Darnley, que al igual que ella, y como solía ser en las casas reinantes en la que estaban todos emparentados, era descendiente de Enrique VII y además católico. Este matrimonio tuvo dos consecuencias muy importantes: Por un lado, la facción protestante se enardeció al ver a su reina que no sólo era católica sino que ahora se casaba con un católico. Esto llevó a una rebelión liderada por su hermano que fue finalmente aplacada por María. Por el otro, se ganaron la ira de Isabel que al saber del matrimonio puso el grito en el cielo, porque Estuardo era un noble inglés y por tanto sólo ella podía dar su consentimiento para el matrimonio. Pero ¿Cuál era el verdadero problema de fondo para Isabel? Nada más y nada menos que un hijo de María y Enrique Estuardo tendría un fuerte derecho no sólo a la corona escocesa obviamente sino que también al trono inglés, por la sangre de María y también por la de su esposo. Recordemos que Isabel se negaba a casarse y por ende no tenía hijos que la heredaran, la perspectiva de un niño con cualidades perfectas para heredar era el mayor peligro para nuestra reina.

En 1566 nació el primer y único hijo de María y Enrique Estuardo, Jacobo, en el Castillo de Edimburgo, y para esas fechas iniciaron los problemas en la pareja real. Estuardo comenzó a presionar a María para que esta le cediera el título de “rey” y producto de los celos asesinó frente a María a su secretario personal con quien pensaba que ella tenía un amorío. Esto provocó la ruptura definitiva de la pareja y curiosamente tiempo después, mientras Estuardo se recuperaba de una enfermedad, posiblemente sífilis, la casa donde este reposaba explotó y el rey consorte fue hallado muerto en el jardín aunque se dice que su cuerpo mostraba señales de estrangulamiento.

En 1568 María volvió a contraer matrimonio con Jacobo Hepburn, IV Conde de Bothwell, a quien se consideró siempre autor del asesinato de Estuardo. Una vez más los lores se levantaron en contra de la reina y a pesar de que Maria acató las ordenes de los rebeldes aun así fue encarcelada y finalmente obligada a abdicar a favor de su hijo Jacobo que tenia apenas un año. María logró escapar del castillo donde la tenían cautiva disfrazada de lavandera y tras sufrir una nueva derrota militar huyó a Inglaterra donde fue apresada por oficiales de Isabel en el Norte.

Retrato de María durante su cautiverio
Seguramente María pensó, aunque erróneamente, que Isabel la habría ayudado a volver a Escocia para imponerse como su soberana, pero, lamentablemente, se equivocó. ¿Por qué? Por un lado, la facción protestante había finalmente vencido en Escocia y esto beneficiaba o por lo menos dejaba muy tranquila a Isabel y bajo ningún concepto habría ayudado a María a recuperar su corona y que esta encima restaurara el catolicismo. Por otro lado, a la reina de Inglaterra le convenía que la única persona con derecho real a su trono estuviera en sus manos y que no pudiera desde Escocia reclamarle nada. Había sin embargo otro problema que nuestra protagonista tenía que tener en cuenta. Al igual que había pasado con ella cuando su hermana María Tudor había sido reina, hoy María Estuardo podía transformarse en el objetivo de aquellos lores que querían ver a Isabel humillada y sin su corona, lo más probable es que María se convirtiera en el centro de futuros complots, como después sucedió. Por esto, y muy por el contrario a lo que María esperaba, Isabel la encerró y la mantuvo cautiva durante 18 años.

Si tuvo María, en un principio, intenciones de complotar en contra de Isabel no se tiene certeza absoluta, sin embargo, lo más probable es que no haya sido esa la idea original. Pero a medida que pasaban los años María se dio cuenta de que si no hacía nada iba a permanecer presa durante toda su vida pues la reina de Inglaterra no tenía intenciones de ayudarla.
Tres fueron los complots en los que se implicó a María y que las redes de espionaje de la reina desmantelaron. Primero se dio el Complot del Duque de Norfolk por el cual se intentó casar a María con el lord más adinerado de Inglaterra con lo cual, si había hijos, el reclamo al trono inglés habría sido extremadamente fuerte; luego el Complot Throckmorton que buscó destronar a Isabel y poner en su lugar a María y finalmente el Complot Babington del cual se piensa que si bien conocía de su existencia, ella nunca participó, aunque aparentemente se halló una carta donde daba su consentimiento para asesinar a Isabel.
A todo esto se sumó el hallazgo de las llamadas “cartas del cofre” donde según las investigaciones de la época María quedaba comprometida en el asesinato de su segundo marido, Enrique Estuardo (el que había explotados por los aires).

Si bien el Parlamento inglés había presionado a Isabel desde el minuto cero para que juzgara y condenara a María, la reina no podía evadir el hecho de que su prima era también una reina, ungida por Dios, que las dos eran pares y que por tanto no podía decidir sobre su vida o su muerte. Los años pasaron y los complots, verdaderos o no, se sucedieron uno tras otro hasta que Isabel no pudo evitar más tomar una decisión, cosa que le costaba muchísimo, pues se caracterizaba por la indecisión, y en esta cuestión fueron 18 años de dudas.
María era una reina y allí yacía el conflicto. Finalmente, luego de mucha presión Isabel decidió que se iniciara una investigación por el asesinato de Estuardo y por eso fue llevada a juicio donde las famosas cartas del cofre fueron utilizadas como pruebas. María declaró que como reina soberana no estaba obligada a obedecer las leyes inglesas ya que ella sólo respondía a Dios. Sin embargo, y a pesar de las dudosas pruebas en su contra, María fue hallada culpable por el asesinato de Enrique Estuardo, su segundo marido, y por su implicancia en el complot Babington. Se dice que Isabel sufrió muchísimo al firmar la Orden de Ejecución.
María fue decapitada el 8 de febrero de 1587 y murió como una mártir católica. Su muerte tuvo consecuencias importantes para el reinado de Isabel, pero eso lo veremos en los próximos capítulos.

A la muerte de Isabel, que murió sin hijos, la sucedió el hijo de María, Jacobo, que unificó Escocia e Inglaterra bajo la misma corona. De esta forma, la dinastía Tudor desaparecía y la Estuardo se preparaba para reinar sobre Inglaterra.

Tumba de María en la Abadía de Westminster donde la hizo colocar su hijo Jacobo luego de ser coronado rey de Inglaterra a la muerte de Isabel

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Lic. Diana Fubini

Bibliografía

Rex, Richard, Elizabeth I, Londres, Tempus, 2003
Lee, Stephen J., The reign of Elizabeth I 1558-1603, Routledge, 2007
Ridley, JasperThe Tudor age, Londres, Robinson, 2002
Weir, AlisonHenry VIII. King & court, Londres, Vintage, 2008

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